Hablamos de la misericordia de Dios, aunque sin entenderla o comprenderla plenamente, completamente. Por ello es indispensable trazar algunas líneas sobre este tema.
Misericordia es el aspecto compasivo del amor hacia la persona que está en desgracia, o que por su condición espiritual no merece favor alguno. Esta y la gracia son actitudes y disposiciones muy semejantes en Dios; la primera trata al hombre como un ser miserable, la segunda lo toma como culpable. Bíblicamente se enfatiza la misericordia del Señor como disposición suya que beneficia al hombre pecador (Génesis 32:10; Éxodo 34:6; Esdras 3:11; Salmo 57:10), y somos salvos por la misericordia de Dios (Efesios 2:4; Tito 3:5), en cuya consideración le llamamos “Padre de misericordias y Dios de toda consolación” (2 Corintios 1:3; Éxodo 34:6; Nehemías 9:17; Salmo 86:15; 103: 8, 11; Joel 2:13; Jonás 4:2). Así, el trato otorgado a su pueblo Israel es considerado en las Sagradas Escrituras como manifestación de su misericordia (Éxodo 15:13; Jueces 2:18).
El Señor Jesús en su ministerio público mostró misericordia para con los enfermos, los necesitados y los desprovistos de atención espiritual (Mateo 9:36; 14:14; Marcos 1:41; 8:2), e impele a sus seguidores a ser misericordiosos para “alcanzar misericordia” (Mateo 5:17). La misericordia es más agradable a Dios que los sacrificios: “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos” (Oseas 6:6), aun cuando éstos fuesen necesarios por causa del pecado (1 Samuel 15:22; Miqueas 6:6-8), fragmento que es tomado por Jesús en Mateo 9: 13. “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificio. Dios no quería los rituales de los israelitas sino sus corazones. Hoy surgen las preguntas: ¿Por qué adoramos a Dios? ¿Qué nos motiva detrás de nuestras “ofrendas” y “sacrificios”?
En el Antiguo Testamento, etimológicamente “hesed” su raíz traduzca acaso como “agudeza, vehemencia”, semánticamente (de semántica, parte de la lingüística que estudia el significado de las palabras de un lenguaje). La Reina Valera la traduce como “misericordia”, a veces como “benevolencia”, “merced”, “agradecimiento”. “Hanan”, como “tener misericordia”; “favor” (LXX mayormente jaris); “ráham”, puede compartir un origen común con “rehem”, significa “matriz”, denota la idea de “fraternal” o “maternal” (cf. Isaías 13:18; 49:15). En la Reina Valera “tener misericordia” o “compasión”; y, al menos en una ocasión (Salmo 18:1), “amor”. El plural, “misericordias”, “piedades”.
En el Nuevo Testamento los significados de “hesed” y “hen” se encuentran en buena medida subsumidos en “jaris”, gracia. Por tanto, la noción específica de misericordia se traduce como compasión hacia alguien con necesidad o con angustia, e impotente, o endeudado, y sin derecho a un tratamiento favorable; la gracia se ocupa del hombre en su condición de culpable, la misericordia en su condición de desdichado (R. C. Trench, Synonyoms of the New Testament).
“Sus misericordias sobre todas sus obras” (Salmo 145:9), y gracias a su misericordia somos salvos (Efesios 2:4; Tito 3:5). Jesús el Señor, fue “movido a misericordia”, y nos dice: “Sed … misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:36; Mateo 18:21 s s). De allí que, los cristianos deben vestirse de “entrañable misericordia” (Colosenses 3:12). Los misericordiosos son bienaventurados y alcanzarán misericordia (Mateo 5:7; Santiago 2:13).
Enseñanzas:
- La Biblia cita ejemplos de individuos que practicaron la misericordia en su trato con el prójimo (Mateo 18:27; Lucas 10:33), y esta es una gracia que debemos imitar todos (Mateo 23:23; Santiago 3:17), misericordia que debemos ejercerla alegremente (Romanos 12:8). El perdón es consecuencia hermosa de la misericordia, tanto de parte de Dios cuanto relacionalmente entre cristianos (Lucas 6:36).
- Hay diferencia sustancial entre la misericordia y la gracia, ésta considera al hombre como culpable, y actúa en su favor a pesar de la ausencia total de méritos; en la misericordia se destaca el carácter compasivo del amor de Dios hacia el hombre debido a su condición miserable e impotente en que se halla. En una enseñanza del pastor Charles Stanley, escuché: “Por misericordia, Dios no nos da lo que merecemos; en la gracia nos da lo que anhelamos”. “En la cruz, dijo, el Señor Jesús llevó el castigo que merecemos, y le da vida eterna a cada persona que confía en Él”. Cita Romanos 6:23, e indica: “El Padre celestial nos ha dado la salvación gratuita por misericordia. Y cuando el Todopoderoso nos hace un regalo, nadie puede quitárnoslo y nadie puede impedir su permanencia (Romanos 8: 35-39)”.
- Misericordia del griego “eleeo”, compasivo (en palabra u obra, especialmente por gracia divina), alcanzar misericordia, recibir misericordia. Strong #1653. “Eleos”, compasión (humana o divina, especialmente activa), misericordia. Strong #1656. “Splagjnízomai”, sentir que las entrañas anhelan, sentir lástima, compadecer, misericordia, mover a misericordia, compasión. Strong #4697. Todos bajo un aspecto compasivo del amor de Dios que se halla en desgracia, tampoco merece ningún favor dada la condición espiritual. En modo similar, nosotros los seguidores de Cristo, debemos ser misericordiosos para alcanzar misericordia.
- “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). Afortunados, felices y dichosos, pero no la “felicidad terrena” sino la de esperanza y gozo al margen de las circunstancias externas como lo más hermoso de la profunda felicidad que mana del Señor Jesús. En otras palabras, dichosos los compasivos o misericordiosos, porque serán tratados con compasión.
- En los términos del Señor Jesús, debemos aprender el significado de misericordia; es decir, no es suficiente conocer la letra de la Escritura, también aprender, entender su significado y alcance, “… cómo hemos de aplicarlas como un reproche de nuestras faltas y como una norma de nuestras acciones (2 Timoteo 3:16-17). Este texto que Cristo citó no solo servía para vindicar Su propia manera de proceder, sino también: (a) Para mostrar en qué consiste la verdadera religión; no en observancias externas, sino en hacer todo el bien posible a las almas y a los cuerpos de nuestros prójimos, en justicia y paz; (b) Para condenar la hipocresía farisaica de quienes ponen la religión en un ritual, mas bien que en una moral (23:23)”. (Comentario Bíblico de Matthew Henry).
- La misericordia de Dios nos abraza, nos cubre, nos envuelve. Y el amantísimo Señor se deleita con nosotros en que los espíritus se elevan en alabanza, en adoración, en clamor, en súplica, en oración y gratitud al Dios celestial. Él nos sostiene, nos mira compasivamente, con misericordia, y nos juzga. El GRAN YO SOY.
- Y “a Salomón, rey de Israel se le apareció Jehová en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé. Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú les has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día” (1 Reyes 3:5-6), luego en 8:23, en la oración de Salomón al dedicar la casa al nombre de Jehová Dios de Israel, “dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón”; no obstante, en el capítulo 11:11-12, el rey, precisamente “…y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. No lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo”.
- David, en el Salmo 86:3, imploró misericordia a Dios. “Ten misericordia de mí, oh, Jehová; Porque a ti clamo todo el día”. Etán, ezraíta, en su Masquil (del hebrero maskil, enseñanza, instrucción, canto instructivo) del Salmo 89:24, 28, 33, dice: “Mi verdad y mi misericordia estarán con él”; “Para siempre le conservaré mi misericordia”; “Mas no quitaré de él mi misericordia”. Cita tras cita sobre la misericordia de Dios, en verdad, lo dicho: ella nos envuelve, nos abraza, nos cubre. Gracias debemos a Jesús por tan bella compasión del precioso Señor. Por misericordia, nos sostiene, sostiene a nuestra descendencia.
