Es posible que en su labor diaria haya pasado por pequeños inconvenientes, problemas, inquietudes o similares; vale decir, trabaja con una computadora portátil, que, por el uso dado, cierto día se cae al piso y se desprende un pequeño tornillo que torna temporalmente inútil su uso hasta llevarlo al técnico para su arreglo y solución. Ese invisible dispositivo metálico desparece de la vista de quien utiliza esa máquina electrónica y no es factible hallarlo.
Algo parecido son las zorras pequeñas al ingresar en las vidas de los hijos de Dios. Aparentemente no pasa nada, no ocurre nada, pero con el paso del tiempo avanza ese pequeño animal dispuesto a causar daño, y se vuelve evidente sin saber que ocurrió, que pasó, donde está el pequeño adminículo indispensable para el buen funcionamiento de la computadora que la deja temporalmente fuera de servicio; en tanto, esas zorras, se aprestan a ocasionar destrozos en la o las vidas de los hijos del Señor al permitir su entrada sin detectarlas en su inicio o sin saber el gran daño que infligirán.
En el caso de los padres no saben que ocurrió con el hijo, qué pasó con la hija si estaban bien, hoy no, sin percatarse de haber posibilitado el ingreso de esas pequeñas zorras en el hogar; luego, el daño puede aumentar si no las detectamos a tiempo y las expulsamos.
Las zorras son animales mamíferos cánidos (carnívoros de cuatro patas, digitígrados, que al caminar únicamente apoyan en el suelo los dedos de las manos y los pies, mas no toda la planta) de casi un metro de longitud, incluida la cola, hocico alargado y orejas empinadas, pelaje rojizo y muy espeso. Se alimentan de animales pequeños, insectos y frutos. Al acceder las zorras grandes a los viñedos comen su fruto y echan a perder la cosecha, en cambio las pequeñas al no alcanzar el fruto se levantan y se estiran, al hacerlo rompen las ramas muchas de ellas cargadas de uvas, malogran totalmente la siembra y la cosecha, en pocos instantes lleva al agricultor a resembrar, a restaurar el viñedo completo.
Son animales muy astutos, audaces, ágiles, destructivos por la voracidad que comportan alimentarse del fruto del viñedo; por su porte, se internan por agujeros pequeños, debido a su rapidez y liviandad, son difíciles de cazar, pero el daño y la destrucción está hecha.
Probablemente la zorra bíblica pertenezca a la especie Vulpes noliticus, común en la Tierra Santa, postura no concordante con los autores y traductores. La misma palabra hebrea designa al chacal o Canis aureus, de figura y hábitos similares. Las zorras mencionadas en Jueces 15:4-5 y las del Salmo 63:10 estarían entre éstos. La Escritura destaca su andar ligero (Nehemías 4:3), las madrigueras en que viven (Mateo 8:20; Lucas 9:58), su astucia (Lucas 13:32). En Cantar de los Cantares 2:15, las zorras tipifican los sutiles pecados destructores del fruto del Espíritu Santo.
Esta última porción bíblica, dice:” Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne”. Estos animales pequeños ejemplifican los innumerables problemas que perturban o destruyen una relación familiar entre padres e hijos, entre hermanos, esencialmente en el matrimonio, en el noviazgo o con amistades valiosas cuyas molestias no deben pasar desapercibidas ni minimizarse, tampoco dejar sin cazarlas hasta desaparecerlas al enfrentarlas juntos.
La Nueva Versión Internacional -NVI- señala: “Atrapen a las zorras, a esas zorras pequeñas que arruinan nuestros viñedos, nuestros viñedos en flor”.
Enseñanzas
- En el epígrafe o frase citada al comienzo de la porción de Cantares 2:15, se lee: “El amado y la amada”, sin determinar si quien habla es ella o el, tal vez sea entonado por los dos, pues, el título en castellano de este libro es una traducción literal del encabezado de la obra maravillosa escrita por el sabio Salomón bajo la expresión “Cantar de los Cantares”, superlativo hebreo para significar: “El canto más grande”, “El más bello cantar” o “El cantar por excelencia”.
- Quienquiera que fuese el que manda cazar las zorras e impedir la destrucción de los viñedos, y conmina a atraparlas a cualquier costo para no lamentar por el daño que ocasionarán a los viñedos, a las plantaciones como en 1:6 (“mi propia viña”), metáfora que resalta no solo la belleza del amor de los enamorados, también el deseo de impedir que ningún poder hostil (“zorras”) destruyan el encanto y la pureza de su amor que, en la NVI, están “en flor”.
- La cita del versículo 15, capítulo 2 de Cantares es de difícil interpretación, por lo que acudiremos a otros pasajes como el del pastor y la sulamita, joven mujer campesina enamorada de aquél, muy hermosa e impactaba agradablemente a los de su entorno. Prontamente llamó la atención del rey -Salomón-, quien trató de conquistarla (7:6), le rechazó por cuanto su corazón pertenecía al joven pastor (3:5; 7:10; 8:6), bella mujer que es el tema central de este libro bíblico. Entre los dos deciden tomar acciones contra todo lo que eche a perder sus relaciones. Puede también entenderse que sus hermanos la enviaron nuevamente a cuidar la viña (1:6).
- La sulamita (6.13), figura principal del libro -Cantar de los Cantares- podría significar “la princesa”, posiblemente forma femenina de “Salomón”, acaso se cambió la letra “l” por la “n”, Sunamita, oriunda de Sunem, pueblo cercano de Jezreel en el territorio de Isacar (Josué 19:18). Sin detenernos mayormente en el análisis, las zorras comen el fruto de la vid, empro, las pequeñas raposas destruyen los pámpanos de los viñedos.
- Para Mathew Henry, en su “Comentario Bíblico”, al respecto, puntualiza: “Es un encargo a los creyentes a que mortifiquen sus apetitos pecaminosos, pequeñas raposas que destruyen las gracias, aplastan los buenos comienzos e impiden que lleguen a la perfección. “Cazad las pequeñas raposas”, los comienzos del pecado, de esos pecados que parecen insignificantes, pero son tan peligrosos. Un encargo a todos a impedir la extensión de opiniones y prácticas que tienden a corromper el sano juicio de los hombres, a viciar las conciencias, a poner en perplejidad las mentes y a desalentar las inclinaciones a la virtud”.
- Estar siempre atentos a esas “zorras pequeñas”, astutas y atrevidas que nuestro adversario el Diablo suelta en nuestras viñas en cierne, en crecimiento, mediante “pequeños” pecados o” pecadillos”, en el lenguaje gentil, que en esa proporción entran a las vidas de los hijos de Dios para desembocar en grandes tragedias. Es un imperativo cazarlas como lo manda el Señor de los cielos. No espere hasta la devastación de su viñedo.
- Aquellas zorras, pueden comenzar con un simple pensamiento malo que asoman de la nada y quieren arruinar las viñas de nuestras mentes y corazones. Emergen repentinamente la amargura, envidia, celos, avaricia, ira, enojo y otros señalados en Gálatas 5:19-21 que enfilan a la destrucción de la persona hasta quizá fulminarla. Son pecados sutiles que penetraron o les dejamos ingresar al punto de la devastación.
- ¿Qué hacer? Acudir presurosamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia necesarios para vencer esos pensamientos dañinos y pecaminosos. El apóstol Pablo nos insta a pensar en “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Filipenses 4:8). “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente”. (Gálatas 4:17).
- Recuerde siempre, las pequeñas zorras tipifican los pecados poco perceptibles o sutiles destructores del fruto del Espíritu Santo mencionadas en Cantares 4:15. ¡No hay que permitirlas, hay que cazarlas!
