El Señor Jesucristo vino a la Tierra a libertar e los cautivos. Partimos del registro bíblico en Isaías 61:1 y Lucas 4:18.
Libertad a los cautivos, a quienes están “encarcelados” en vidas equívocas, errantes, sin rumbo, sea por su pasado o por su situación actual, a fin de romper esas cadenas y yugos que les atan a sufrimientos, decepciones, fracasos, aun con sentimientos frustrantes de autoeliminación.
Libertad a los oprimidos y quebrantados por el adversario nuestro identificado en el Nuevo Testamento en 1 Pedro 5:8, como el diablo, poseedor de cualidades malignas, dañinas y perversas.
El Señor Jesús se refirió a esta entidad malévola como homicida, falso, mentiroso y padre de mentira en Juan 8:44.
