¿Llevamos algún Lot en nuestras vidas?

Las Escrituras Sagradas relatan la vida de varones de Dios, aprenderemos de sus aciertos y errores para alcanzar un mejor rumbo a las nuestras, como las de Abraham, Isaac y Jacob. Al margen de estos tres, hablemos de quien merece el título de esta enseñanza, Lot.

La Biblia dice que su padre fue Harán, sobrino de Abraham. A la muerte de su padre, emigró con su tío a Canaán (Génesis 11:31; 12:4-5). El apóstol Pedro dice que fue hombre justo, a pesar de no haber alcanzado la fe abrahámica (2 Pedro 2: 7 ss). Probablemente el apóstol en esta cita en forma deliberada se refiera a la plegaria de Abraham por los “justos” de Sodoma. Hombre secularizado, esto es, que abandonó los valores o comportamientos propios e identificativos de una confesión de fe.

Entre tío y sobrino, poseían numerosos rebaños, y los escasos pastos de los montes de Judá no eran suficientes para ambos por lo que decidieron separarse. Así, Lot escogió la llanura al Este del Jordán (Génesis 13:6-11), aunque no se quedó en la llanura, sino extendió sus tiendas hasta entrar a vivir en la misma Sodoma (Génesis 13:12 s), compartió allí la suerte de sus nuevos vecinos y juntamente con su familia fue llevado cautivo por los cuatro reyes que atacaron a las cinco ciudades de la región. Abraham acudió a rescatarlo (Génesis 14), pero Lot continuó con su vida en Sodoma.

La fe de Lot era pasiva, acomodada a las perversiones que se gestaban en Sodoma (2 Pedro 2:8) y los visitadores celestiales no pudieron impedir el juicio que se avecinaba a esa población por su presencia, al contrario, contemplaron la horrenda perversión sexual de los sodomitas y del dilema moral de Lot (Génesis 19:1-11). La catástrofe era inminente y la familia de este personaje demoraba, los ángeles les obligaron a escapar, empero, su mujer, murió al no haber podido cortar totalmente sus nexos con la ciudad (Génesis 19:16-17,26). A Lot se le permitió refugiarse en Zoar (Génesis 19:18-23), lugar en que fue emborrachado y seducido por sus propias hijas, de quienes nacieron dos hijos: Moab y Ben-ammi, progenitores de los moabitas y amonitas, en su orden (Génesis 19:30-38).

Deuteronomio 2:9, alude a la descendencia de este personaje; igual el Salmo 83:8.    

El Señor Jesús también citó el nombre de Lot (Lucas 17:28-29) e ilustró la enseñanza sobre el tema de su retorno al valerse de la historia de éste y su mujer, y sellar así su historicidad. 

Acompañó a Taré, su abuelo -de quien se afirma que servía a dioses extraños después del diluvio- (Josué 24:2), a Abram y Sarai en su viaje de Ur a Harán, y siguió con su tío y con su mujer a Canaán, luego a Egipto, y nuevamente a Canaán (Génesis 11:31;12:4-5; 13:1). Hombre egoísta al elegir por sí y para sí el irrigado valle del Jordán (Génesis 13:8-13), decisión que lo llevó a mezclarse con los hombres depravados de Sodoma para ser rescatado tanto por su tío Abraham cuanto por los dos ángeles (capítulo 19), incidente que evidenció su gran debilidad e inclinación a las componendas; sin embargo, Dios se acordó de Abraham, “y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción, al asolar las ciudades donde Lot estaba” (19:29).

Lot del hebrero “lut”, envolver, cubrir. Strong #3874; lot, velo, cubierta, cubrir, Strong #3875. Significa “cobertura”, sin entender plenamente la protección, resguardo o amparo ¿de qué? 

Enseñanzas:

  • Si Dios rescató a Lot de la tierra pervertida de Sodoma nos puede librar de las tentaciones de este mundo malvado y vil. No estaba exento de pecado, pero su confianza la ancló en el Señor, recibió protección al ser destruida totalmente Sodoma, quien juzgará a los provocadores de la tentación y las pruebas. Él impartirá su justicia.
  • La contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot se basó sobre quien dispondría de los mejores pastos o de las mejores aguas en desmedro de la paz y la armonía. Abram propuso detener el pleito: “no haya altercado entre nosotros dos… porque somos hermanos” (13:8). El patriarca sabía la manera de calmar la ira y abrir una línea de reconciliación. Los hijos de Dios siempre debemos expresar nuestro anhelo de alcanzar la paz a todo trance y no permitir que esta se quiebre. Ser pacificadores sin importar la reacción de los demás. En Mateo 5:9, el Señor Jesús dijo:” Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
  • Frente a la propuesta de su tío, Lot contempló la bondad de la tierra. “Vio toda la llanura del Jordán” (13:10) la explanada en que se asentaba Sodoma, y “que toda ella era de riego”. Acaso este panorama le ofrecía comodidad temporal, posibilidad de enriquecerse al ver lo fértil de la tierra como aspiración vital sin pensar que se avecinaba la cautividad junto a su familia, para, posteriormente, Sodoma ser calcinada, “cuyos hombres eran malos y pecadores, contra Jehová en gran manera”. (v. 13). Asoma pertinente lo dicho por Matheww Henry en su Comentario Bíblico: “Lo mejor para nosotros es lo mejor que sea para nuestras almas”.
  • Lot, eventualmente poseía buena tierra, pero Abraham tenía mejor título. “Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que, si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada” (vv. 14-16). Lot parecía poseer eventualmente el paraíso, pero Abraham tenía la promesa.
  • El hermoso Dios y Señor nos concede como sus hijos, tierra buena y hermosa descendencia, la tierra de Emmanuel, infinitamente mejor y mayor; la más deseable que cosa alguna en este mundo ruin puede ofrecernos para siempre. Las veleidades de la vida son eso: capricho, inconstancia, antojo. No más.
  • En el momento que Lot se alejó de Abraham, solo en ese instante, la voluntad que el Señor le mostró al mirar los cielos, pudo decirle: Ahora, mira aquí la tierra; ahora sí, camina; mira, levántate; ven, ahora, llegó el momento de poseer esa buena tierra, y la descendencia bendita multiplicada. 
  • El pueblo de Dios siempre debe examinar la forma de caminar y con quien camina, obedecer íntegramente lo que ordena, como a Abraham al decirle que dejara todo: “Vete de tu tierra y tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1), pero Lot se añadió, su tío no le impidió a seguirle, cuyo interés era material, humano, personal, egoísta. Eso es lo que iba con él y, para entregarle la herencia, lo que había, debía despojarse de ese interés, que viajar junto a él, un amor indebido.
  • Con base a lo expuesto, debemos indagar el caminar, con quien lo hacemos, no sea que algún Lot vaya con nosotros y estropee los planes y propósitos de Dios para con cada uno. En medida que reconozcamos a Lot en nuestras vidas y dejemos atrás todo aquello, el Señor obrará. Lo que está en los cielos será hecho en la tierra. Solo entonces la miraremos, caminaremos y recorreremos sobre las promesas ofrecidas por el Señor. Solo entonces nació Isaac. Solo entonces.