Los límites son saludables

El Libro de Éxodo en el capítulo 3, versos 4 y 5, proclama: “Viendo Jehová que él (Moisés) iba a ver (la zarza ardiente), lo llamó de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”. El Dios eterno fijó al varón límites: No te acerques, conserva la distancia en donde tú estás y la visión grande delante de ti.

Hay otros eventos bíblicos de señalamiento de límites en las Escrituras Sagradas; empero, para esta enseñanza breve, quedémonos con los pasajes transcritos. Hay líneas divisorias en nuestras vidas fijadas por los padres a sus hijos, de las autoridades a los subordinados, en la circulación vehicular, en el comportamiento diario de una persona vinculados con la alimentación, descanso; horarios de atención en las dependencias estatales o particulares y, en ese orden, otras más.  

Estos topes, fronteras o lindes son necesarios en nuestro quehacer, pues, sin ellos, las actividades que se despliegan diariamente serían caóticas, tal el caso de la circulación vehicular con tránsito que irrumpe frenética y desquiciadamente en aparente violación de las normas que rigen el sistema. También comprende términos que no pueden rebasarse.

Son saludables los límites en cuanto éstos procuran armonizar las relaciones familiares, interpersonales, laborales, educativas. Dijimos de aquellos en el nexo de padres a hijos, de cónyuges entre sí, de administradores a administrados, de mandantes a mandatarios. El respeto que debemos unos hacia otros emerge de buenos topes o linderos establecidos en leyes, costumbres, normas morales, conductuales, del sano y diario vivir.

Dios los fijó: “No moverás los linderos de tu prójimo, fijados por los antepasados, en la herencia que recibirás en la tierra que el Señor tu Dios da en posesión”. “Y fijaré tus límites desde el mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el río, porque en tus manos entregaré a los habitantes de esta tierra.” (Éxodo 23:31). (Deuteronomio 19:14). “Maldito el que cambie el lindero de su vecino”. Y todo el pueblo dirá: Amén (Deuteronomio 21.17). “No muevas el lindero antiguo que pusieron tus padres”. (Proverbios 22:8). “No muevas el lindero antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos” (Proverbios 23: 10).

Enseñanzas:

  • Es muy útil e importante tener límites sanos en nuestras vidas porque nos benefician grandemente. Junto a éstos, la disciplina y autodisciplina, el dominio propio; caso contrario, el desorden, la anarquía, el descuido nos consumirá.
  • El Padre de amor ha procurado establecer límites a fin de no “desbocarnos”, y así, en esa zona, saber lo que debemos hacer o no, lo que nos beneficia o perjudica.  
  • En el pueblo de Dios se prohíbe la expresión “vivir al límite”, sin opción a un mínimo margen de error. Los linderos apropiados ayudan a los creyentes a mantenerse al margen de las influencias mundanas.
  • Vivir dentro de esas fronteras evita el caos y desorden que comportan desasosiego, frustración; peligros a nuestras vidas o salud, aun la muerte al inobservar los símbolos y reglas vehiculares al circular a exceso de velocidad e infringir dichos límites, señalética, advertencias de peligro. Trae, además, tranquilidad, paz, sosiego.
  • Agradecer a Dios por imponernos límites en nuestras vidas, directamente o a través de leyes terrenales. Adán y Eva en el Jardín del Edén estuvieron sujetos a esas fronteras: no comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. El no observarlos ocasionó la muerte espiritual (Génesis 2:17).