Para no ser arrastrados a ese sistema, a ese mundo, hay que mantenerse al margen. Guardarse en los límites que nos corresponden y trazados por el Dios dadivoso.
Alejarse del pecado, de lo ilegal, de la maldad, del mal; no practicar el mal sino practicar el bien. Ingresar en lo legal, en lo justo, en lo puro, en lo santo. Dejar que los demás decidan como vivir, sin juzgarlos, porque el Único que juzga es Dios.
El diablo intenta afectarnos, robarnos la paz, la armonía, y utiliza a personas que no son de nuestro completo agrado; empero, en nosotros está la decisión, en la actitud que tengamos frente al sistema contaminado. No ingresar en él; al contrario, hay que estar preparados para no ser parte de ese mundo perverso y ruin.
¿Qué decimos con prepararse? Por ejemplo, no ingresamos a un ayuno para prepararnos. Nos preparamos previamente. Solamente allí, decidimos ayunar. La muerte del Redentor santo no se dio en la cruz. Ella empezó mucho antes. En la cruz fue consumada. Exclamó: Consumado es. Tetelestai.
La batalla empieza antes de que haya el acercamiento con el enemigo. La batalla se ganó antes, de rodillas, con el consejo del Dios celestial, con su sabiduría, con su estrategia. No en la misma batalla, no en el acto mismo sino antes
Enseñanzas:
- No cargarse con las noticias de muerte, de sangre, de horror. Es el corazón del hombre que se inquieta. El del Señor Jesús, no, porque todo está bajo su gobierno absoluto; pues, todo lo sabe, nada le sorprende. Ninguna mala noticia le toma desprevenido.
- Orar y orar, y no tomar cargas que no nos pertenecen.
- Caminar conforme a la palabra de Dios. Quien así proceda jamás se extraviará o contaminará con eventos de ese “otro” mundo. (compárese. Deuteronomio 8:6; Zacarías 3:7; 5:33; Efesios 5:15-16; Colosenses 1: 10-11)
- El entendimiento se entenebrece muchas veces por el afán, por lo que el mundo ofrece, el diablo mismo, y los anhelos de la carne.
- Alejarse definitivamente de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne.
