En el transcurso de nuestras vidas todos pasamos por una o varias consecuencias provenientes de algún error, equivocación, indecisiones, malas decisiones o del pecado mismo.
Estos hechos, acontecimientos que siguen o resultan de otros eventos propios del caminar diario al infringir normas, preceptos, reglas predeterminadas, acarrean consecuencias graves, muy graves, leves con afectación a la salud, la paz,
la armonía que deben imperar en cada uno de nosotros.
Por ejemplo, al contravenir cierta norma vehicular como atravesar el semáforo en rojo, puedo producir algún accidente de tránsito con consecuencias que lastimen la vida misma o su pérdida, heridas, lesiones, sin desconocer daños en el automotor o en el otro u otros vehículos que hubiere impactado. Esas consecuencias derivan de la inobservancia de prescripciones elementales, y hay que satisfacerlas, hay que “pagarlas”.
El cometimiento de determinado pecado también trae consecuencias.
El Señor magnánimo entregó las Tablas con los Diez Mandamientos a Moisés (Éxodo 20, Deuteronomio 5). Cualquier transgresión a uno de ellos acarreará consecuencias. Así, el registrado en el número 13: “No matarás”. Si alguien priva de la vida a otro, será sujeto de juicio e irá a prisión a cumplir la pena impuesta por la autoridad. Podríamos señalar otros desacatos a esas normas. 14: “No cometerás adulterio” (14). “No hurtarás” (15).
No todas las consecuencias son iguales. En los Mandamientos entregados a Moisés hay uno con promesa, igual, la consecuencia al desobedecerla. Ese mandamiento es mayor (Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16; Mateo 15:4; Marcos 7:10; Efesios 6:2).
La mentira en si es reprobable por cuanto es pecado. La Biblia no admite mentiras “piadosas”, “blancas”, “mentiritas”. La mentira es mentira y punto. El Señor Dios no miente como está escrito en el Libro de Números 23: 19. “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta”.
Enseñanzas:
- Hay consecuencias a largo y a corto plazo; aún en ellas, si el pueblo de Dios inclina su corazón a su Señor ellas se tornan en enseñanzas no únicamente para nosotros, también para los familiares, amigos, parientes, generaciones.
- Las consecuencias no pueden evadirse, eliminarse. Todos estamos sujetos a cumplir con esas consecuencias. El pecado es perdonado, las consecuencias provenientes de él, no.
- Al tomar una decisión errada, inadecuada respecto a la adquisición de algún bien, vehículo o similares por parte de la esposa sin consultar al esposo, el quebrantamiento de la sujeción en el Señor al segundo de los mencionados traerá consecuencias a lamentar.
- Es aconsejable descansar en el Señor Jesús hasta atravesar y terminar la o las consecuencias, a pesar de examinar mi corazón de no haber existido la intención de pasar por alto la autoridad, no desobedecer. Todo ello no nos exime de los hechos.
- Esperar pacientemente hasta que las consecuencias sean superadas, acaben y seamos liberados de ellas. (Ver Salmo 40:1-3)
- Pedir a Dios entendimiento para comprender lo que ocurre, caso contrario, nos quedaremos en el lamento, en el dolor, en la angustia, en la aflicción, cargados y cansados.
- Orar al buen Señor para que nos ayude a pasar esas consecuencias, y apelar a su bondad, misericordia, amor y gracia.
